SELECCIÓN DE MINICUENTOS

Un minicuento o minirrelato es un cuento corto (sin que esté claro cuál es la medida exacta) cuyas características principales son la brevedad y la máxima concisión. Hay un mínimo de elementos que deben motivar la imaginación del lector, por ello cada palabra es importante. Vemos ahora una SELECCIÓN DE LOS MÁS BELLOS MINICUENTOS escritos por diferentes autores de todo el mundo: Karel Capek, Manuel Mejía Vallejo, Juan José Arreola, Lydia Davis, Ernest Hemingway, Julio Cortázar…

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SELECCIÓN DE MINICUENTOS

EQUIVOCACIÓN, Karel Capek

Nos embarcamos en el Mediterráneo. Es tan bellamente azul que uno no sabe cuál es el cielo y cuál el mar, por lo que en todas partes de la costa y de los barcos hay letreros que indican en dónde es arriba y en dónde abajo; de otro modo uno puede confundirse. Para no ir más lejos, el otro día, nos contó el capitán que un barco se equivocó, y en lugar de seguir por el mar puso rumbo al cielo; y como el cielo es infinito no ha regresado aún, y nadie sabe en dónde está.

  • Karel Capek (República Checa, 1890-1938)

Fue uno de los más importantes escritores checos de la primera mitad del siglo XX. Estudió filosofía  y publicó algunos ensayos en este campo, pero trabajó sobre todo con literatura de ficción y periodismo.

TESTIGO DE CARGO, Manuel Mejía Vallejo

Es cierto, la bala entró debajo de la clavícula izquierda y no quiso buscar salida al otro lado: allí se quedó para atestiguar y vigilar su muerte.

  • Manuel Mejía Vallejo (Colombia, 1923 -1998)

Un microrrelato de solo una línea. Su obra narrativa describe la violencia civil. Recibió el Premio Nadal en 1964 con “El día señalado” y el Premio Rómulo Gallegos en 1989 por su novela “La casa de las dos palmas”.

EL USO DE UNA LÁMPARA, Idries Shah

-Yo puedo ver en la oscuridad -se jactaba cierta vez Nasrudín en la casa de té.

-Si es así, ¿por qué algunas noches lo hemos visto llevando una lámpara por las calles?

-Es solo para que los otros no tropiecen conmigo.

  • Idries Shah (India, 1924-1996)

Fue un autor que escribió libros sobre temas que van desde la psicología y espiritualidad hasta diarios de viajes y estudios culturales.

CUENTO DE HORROR, Juan José Arreola

La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.

ARMISTICIO, Juan José Arreola

Con fecha de hoy retiro de tu vida mis tropas de ocupación. Me desentiendo de todos los invasores en cuerpo y alma. Nos veremos las caras en la tierra de nadie. Allí donde un ángel señala desde lejos invitándonos a entrar: Se alquila paraíso, en ruinas.

  • Juan José Arreola (México, 1918 – 2001)

Su obra se caracterizó por un claro predominio del humor, la ironía y el juego con el lector. Destacan las narraciones breves en las que está presente la reflexión sobre la vida relatada con ingenio.

PELO DE PERRO, Lydia Davis

El perro se ha ido. Lo echamos de menos. Cuando suena el timbre, nadie ladra. Cuando volvemos tarde a casa, no hay nadie esperándonos. Seguimos encontrándonos pelos blancos aquí y allí por toda la casa y en nuestra ropa. Los recogemos. Deberíamos tirarlos. Pero es lo único que nos queda de él. No los tiramos. Tenemos la esperanza de que si recogemos suficiente pelo, seremos capaces de recomponer al perro.

  • Lydia Davis (Estados Unidos, 1947)

Lydia Davis es traductora y escritora de relatos cortos, cuentos, novelas y ensayos. Está considerada una de las mejores cuentistas de la narrativa actual. En este breve relato describe el amor incondicional que sentimos por nuestras mascotas.

ZAPATOS DE BEBÉ, Ernest Hemingway

Se venden: zapatos de bebé, sin usar.

  • Ernest Hemingway (Estados Unidos 1899-1961)

Es un escritor considerado ya un clásico de la literatura del siglo XX. Su obra ejerció una notable influencia en los escritores posteriores, tanto por la sobriedad de su estilo como por los elementos trágicos y el retrato de la época que representa. Recibió el Premio Nobel en 1954.

No está clara la autoría de este microrrelato, calificado como “el relato más triste del mundo”. Lo he incluido en esta selección porque siempre se cuenta una curiosa anécdota sobre este brevísimo relato: dicen que se encontraban varios escritores bebiendo, cuando surgió la apuesta de escribir, en ese mismo momento, el cuento más corto posible. Según algunos, Hemingway tomó una servilleta y con sólo seis palabras logró conmover a todos los presentes y se convirtió en el ganador.

Hemingway escribió narraciones breves en las que la participación activa del lector resulta clave. En su «teoría del iceberg” nos dice que un buen texto sólo debe mostrar lo mínimo y lo que asoma debe sugerir lo que está pasando debajo.

SÉ COMO UN MUERTO. Anónimo hindú

Era un venerable maestro. En sus ojos había un reconfortante destello de paz permanente. Sólo tenía un discípulo, al que paulatinamente iba impartiendo la enseñanza mística. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad de naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó:

-Querido mío, mi muy querido, acércate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.

El discípulo caminó hasta un cementerio cercano. El silencio era sobrecogedor. Quebró la apacible atmósfera del lugar gritando toda clase de elogios a los muertos. Después regresó junto a su maestro.

-¿Qué te respondieron los muertos? -preguntó el maestro.

-Nada dijeron.

-En ese caso, mi muy querido amigo, vuelve al cementerio y lanza toda suerte de insultos a los muertos.

El discípulo regresó hasta el silente cementerio. A pleno pulmón, comenzó a soltar toda clase de improperios contra los muertos. Después de unos minutos, volvió junto al maestro, que le preguntó al instante:

-¿Qué te han respondido los muertos?

-De nuevo nada dijeron -repuso el discípulo.

Y el maestro concluyó:

-Así debes ser tú: indiferente, como un muerto, a los halagos y a los insultos de los otros.

  • Anónimo

Es un minicuento que nos muestra las ventajas de la prudencia ante las alabanzas y ante las críticas de los demás. Los cuentos de origen hindú han dado lugar a múltiples versiones (mejores o peores). El modelo «maestro-discípulo» se repite en muchos, aunque permite variantes como «joven-viejo», «príncipe-filósofo». En la literatura medieval española aparece frecuentemente este recurso como medio para enseñar y moralizar a la vez. Un ejemplo de diálogo entre un señor feudal y su ayo son los 51 relatos de El Conde Lucanor, obra de don Juan Manuel.

TATUAJE, Ednodio Quintero

Cuando su prometido regresó del mar, se casaron. En su viaje a las islas orientales, el marido había aprendido con esmero el arte del tatuaje. La noche misma de la boda, y ante el asombro de su amada, puso en práctica sus habilidades: armado de agujas, tinta china y colorantes vegetales dibujó en el vientre de la mujer un hermoso, enigmático y afilado puñal.

La felicidad de la pareja fue intensa, y como ocurre en esos casos: breve. En el cuerpo del hombre revivió alguna extraña enfermedad contraída en las islas pantanosas del este. Y una tarde, frente al mar, con la mirada perdida en la línea vaga del horizonte, el marino emprendió el ansiado viaje a la eternidad. En la soledad de su aposento, la mujer daba rienda suelta a su llanto, y a ratos, como si en ello encontrase algún consuelo, se acariciaba el vientre adornado por el precioso puñal.

El dolor fue intenso, y también breve. El otro, hombre de tierra firme, comenzó a rondarla. Ella, al principio esquiva y recatada, fue cediendo terreno. Concertaron una cita. La noche convenida ella lo aguardó desnuda en la penumbra del cuarto. Y en el fragor del combate, el amante, recio e impetuoso, se le quedó muerto encima, atravesado por el puñal.

VENGANZA, Ednodio Quintero

Empezó con un ligero y tal vez accidental roce de dedos en los senos de ella. Luego un abrazo y el mirarse sorprendidos. ¿Por qué ellos? ¿Qué oscuro designio los obligaba a reconocerse de pronto? Después largas noches y soleados días en inacabable y frenética fiebre.

Cuando a ella se le notaron los síntomas del embarazo, el padre enfurecido gritó: “Venganza”. Buscó la escopeta, llamó a su hijo y se la entregó diciéndole:

-Lavarás con sangre la afrenta al honor de tu hermana.

Él ensilló el caballo moro y se marchó del pueblo, escopeta al hombro. En sus ojos no brillaba la sed de venganza, pero sí la tristeza del nunca regresar.

  • Ednodio José Quintero Montilla (Venezuela, 1947)

Profesor, narrador, ensayista, fotógrafo y estudioso del Japón. Sus relatos son intensos y llenos de fuerza. Dos muestras del trabajo de este venezolano, dos relatos cortos e intensos, perfecta muestra de lo que es un minicuento. En ambos el tema es el amor.

INSTRUCCIONES PARA DAR CUERDA AL RELOJ, Julio Cortázar

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente un reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con ancora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo, pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

(Historia de cronopios y de famas)

  • Julio Cortázar (Argentina, 1914-1984)

Fue una de las grandes figuras del llamado «boom» de la literatura hispanoamericana, fenómeno editorial que, en la década de 1960, propìció una proyección internacional de los escritores hispanoamericanos.

Junto a Jorge Luis Borges, cultivó el cuento fantástico, pero Cortázar se centró en buscar lo enigmático en lo cotidiano, en las rutinas y creencias establecidas. Aquí, a partir de un objeto con el que convivimos diariamente, un reloj, Cortázar crea un relato lleno de angustia y de incertidumbre que nos impresiona.

LINGÜISTAS, Mario Benedetti

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del congreso internacional de lingüística y afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y sus papeles y se dirigió a la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, eniólogos, críticos estructuralistas y deconstruccionalistas, todos los cuales siguieron su barboso desplazamiento con una admiración rallana en la grosemática. De pronto, las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica: ¡Qué sintagma, qué polisemia, qué significante, qué diacronía, qué centrar ceterorum, qué zungespitze, qué morfema! La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas. Solo se la vio sonreír, halagada y, tal vez, vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ¡Cosita linda!

  • Mario Benedetti (Uruguay, 1920-2009)

Fue un destacado poeta, novelista, dramaturgo, cuentista y crítico; una de las figuras más relevante de la literatura uruguaya de la segunda mitad del siglo XX y uno de los grandes nombres del Boom de la literatura hispanoamericana. Este minicuento es un homenaje al lenguaje sencillo, ese que no necesita adornos ni oropeles para expresar los más profundos sentimientos.

EL PAN AJENO, Varlam Shalámov

Aquel era un pan ajeno, el pan de mi compañero. Éste confiaba sólo en mí. Al compañero lo pasaron a trabajar al turno de día y el pan se quedó conmigo en un pequeño cofre ruso de madera. Ahora ya no se hacen cofres así, en cambio en los años veinte las muchachas presumían con ellos, con aquellos maletines deportivos, de piel de “cocodrilo” artificial. En el cofre guardaba el pan, una ración de pan. Si sacudía la caja, el pan se removía en el interior. El baulillo se encontraba bajo mi cabeza. No pude dormir mucho. El hombre hambriento duerme mal. Pero yo no dormía justamente porque tenía el pan en mi cabeza, un pan ajeno, el pan de mi compañero.

Me senté sobre la litera… Tuve la impresión de que todos me miraban, que todos sabían lo que me proponía hacer. Pero el encargado de Día se afanaba junto a la ventana poniendo un parche sobre algo. Otro hombre, de cuyo apellido no me acordaba y que trabajaba como yo en el turno de noche, en aquel momento se acostaba en una litera que no era la suya, en el centro del barracón, con los pies dirigidos hacia la cálida estufa de hierro. Aquel calor no llegaba hasta mí. El hombre se acostaba de espaldas, cara arriba. Me acerqué a él, tenía los ojos cerrados. Miré hacia las literas superiores; allí en un rincón del barracón, alguien dormía o permanecía acostado cubierto por un montón de harapos. Me acosté de nuevo en mi lugar con la firme decisión de dormirme.

Conté hasta mil y me levanté de nuevo. Abrí el baúl y extraje el pan. Era una ración, una barra de trescientos gramos, fría como un pedazo de madera. Me lo acerqué en secreto a la nariz y mi olfato percibió casi imperceptible olor a pan. Di vuelta a la caja y dejé caer sobre mi palma unas cuantas migas. Lamí la mano con la lengua, y la boca se me llenó al instante de saliva, las migas se fundieron. Dejé de dudar. Pellizqué tres trocitos de pan, pequeños como la uña del meñique, coloqué el pan en el baúl y me acosté. Deshacía y chupaba aquellas migas de pan.

Y me dormí, orgulloso de no haberle robado el pan a mi compañero.

  • Varlam Tíjonovich Shalámov (Rusia, 1907-1982)

Escritor, periodista y poeta ruso que logró sobrevivir de un gulag (campo de trabajo ruso). Su gran obra fue su libro de relatos cortos sobre la vida en los campos de trabajo, los “Relatos de Kolymá”, en el que trabajó desde 1954 hasta 1973. Este bello relato trata de forma magistral el tema de la honestidad y el orgullo.

CARTA DEL ENAMORADO, Juan José Millás

Hay novelas que aun sin ser largas no logran comenzar de verdad hasta la página 50 o la 60. A algunas vidas les sucede lo mismo. Por eso no me he matado antes, señor juez.

  • Juan José Millás (España, 1946)

Es un escritor y periodista español. Su obra narrativa ha recibido los más prestigiosos galardones literarios del ámbito hispano. Dentro de esta labor, es el inventor de un género nuevo: el articuento. Compagina su labor de narrador y columnista con la de conferenciante, director de talleres de escritura y colaborador en programas de radio

UN RAJÁ QUE SE ABURRE, Alphonse Allais

¡El rajá se aburre!
¡Ah, sí, se aburre el rajá!
¡Se aburre como quizá nunca se aburrió en su vida!
(¡Y Buda sabe si el pobre rajá se aburrió!)
En el patio norte del palacio, la escolta aguarda. Y también aguardan los elefantes del rajá. Porque hoy el rajá debía cazar al jaguar.
Ante yo no sé qué suave gesto del rajá, el intendente comprende: ¡que entre la escolta!; ¡que entren los elefantes!
Muy perezosamente, entra la escolta, llena de contento.
Los elefantes murmuran roncamente, que es la manera, entre los elefantes, de expresar el descontento.
Porque, al contrario del elefante de África, que gusta solamente de la caza de mariposas, el elefante de Asia sólo se apasiona con la caza del jaguar.
Entonces, ¡que vengan las bailarinas!
¡Aquí están las bailarinas! Las bailarinas no impiden que el rajá se aburra.
¡Afuera, afuera las bailarinas! Y las bailarinas se van.
¡Un momento, un momento! Hay entre las bailarinas una nueva pequeña que el rajá no conoce.
-Quédate aquí, pequeña bailarina. ¡Y baila! ¡He aquí que baila, la pequeña bailarina!
¡Oh, su danza!
¡El encanto de su paso, de su actitud, de sus ademanes graves!
¡Oh, los arabescos que sus diminutos pies escriben sobre el ónix de las baldosas! ¡Oh, la gracia casi religiosa de sus manos menudas y lentas! ¡Oh, todo!
Y he aquí que al ritmo de la música ella comienza a desvestirse.
Una a una, cada pieza de su vestido, ágilmente desprendida, vuela a su alrededor.
¡El rajá se enciende!
Y cada vez que una pieza del vestido cae, el rajá, impaciente, ronco, dice:
-¡Más!
Ahora, hela aquí toda desnuda.
Su pequeño cuerpo, joven y fresco, es un encantamiento.
No se sabría decir si es de bronce infinitamente claro o de marfil un poco rosado. ¿Ambas cosas, quizá?
El rajá está parado, y ruge, como loco:
-¡Más!
La pobre pequeña bailarina vacila. ¿Ha olvidada sobre ella una insignificante brizna de tejido? Pero no, está bien desnuda.
El rajá arroja a sus servidores una malvada mirada oscura y ruge nuevamente:
-¡Más!
Ellos lo entendieron.
Los largos cuchillos salen de las vainas. Los servidores levantan, no sin destreza, la piel de la linda pequeña bailarina.
La niña soporta con coraje superior a su edad esta ridícula operación, y pronto aparece ante el rajá como una pieza anatómica escarlata, jadeante y humeante.
Todo el mundo se retira por discreción. ¡Y el rajá no se aburre más!

  • Alphonse Allais (1854-1905)

Fue un escritor, periodista y humorista francés; un hombre de humor ácido y absurdo, aunque también realizó trabajos científicos que son menos conocidos. También entró en el mundo de la música y la pintura.

Este relato es, probablemente, uno de los cuentos donde se muestra la crueldad más extrema. De una manera dolorosa. Un rajá caprichoso que busca el placer más allá de lo tolerable y unos servidores que acatan órdenes ciegamente.

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