LA LECHERA. Tres versiones

LA LECHERA. Me encanta comparar diferentes versiones de una misma historia para ver cómo ha ido evolucionando y adaptándose a los tiempos. Hoy os presento tres versiones de LA LECHERA, uno de los cuentos clásicos con más versiones en diferentes lenguas, para mayores y niños, en prosa y verso…

La moraleja en este cuento

La pervivencia de estos relatos a través de siglos nos indica que los temas verdaderamente importantes cambian poco, sea cual sea el contexto histórico; y que las moralejas son eternas, aunque es este caso sea un poco triste: «No sueñes, no hagas castillos de arena y sé realista».

Si os apetece comparar otros textos, os recuerdo que tengo varias versiones de:

Historias que se repiten

¿Por qué hay tantas versiones de estos cuentos?

Habría que preguntarse. ¿Por qué hay historias que no pasan de moda, que se eternizan y siempre se mantienen actuales y frescas? ¿Qué tienen que no tienen las demás? Pues creo que la respuesta es sencilla: un tema universal que las convierte en clásicas; en cualquier cultura, época y sociedad expresan una idea intemporal.

Analicemos algunas:

Antes de ver los textos, vamos a aclarar lo qué es una fábula.

¿Qué es una fábula?

  • Es un relato generalmente breve que podemos encontrar escrito en prosa o verso
  • La fábula tienen un fin didáctico, quiere enseñar algo; por ello, suele tener una moraleja
  • Tiene pocos personajes; en muchas ocasiones, los personajes son animales que se comportan como seres humanos
  • El escritor clásico más conocido es Esopo 
  • El fabulista más famoso internacionalmente es el francés Jean de La Fontaine.

Como siempre, te pregunto: ¿cuál es tu favorita?, ¿por qué?

LA LECHERA. TRES VERSIONES

-El primer relato, el más antiguo, de Esopo, gran recopilador de origen desconocido (600 a. C.). La más directa y mi preferida, sin duda.

-El segundo es de nuestro Don Juan Manuel (el mejor prosista del siglo XIV) que bebió tal vez de la fuente anterior. Si no habéis leído «El conde Lucanor«, no dudéis. Ligero, ágil y siempre «ejemplar». En este caso no es una lechera, sino Doña Truhana y su cántaro de miel.

-Y el tercero de Samaniego, ya en el siglo XVIII, con una rima pegadiza y su típica moraleja final en pareado.

ESOPO

Sobre el autor

No es posible dar datos ciertos sobre Esopo. Hombre de vida desconocida para nosotros. Ni fecha ni lugar de nacimiento exactos. Se supone que vivió alrededor del 600 a. C. y se le llama “el padre de la fábula”.

Sus relatos son divertidos y cumplen la norma clásica del “prodesse delectare” (enseñar deleitando), por eso suelen tener una frase al final que condensa toda la enseñanza, es LA MORALEJA.

Se le considera más un recopilador que un autor.

LA LECHERA

Una lechera llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa soñando despierta.

«Como esta leche es muy buena», se decía, «dará mucha nata. Batiré muy bien la nata hasta que se convierta en una mantequilla blanca y sabrosa, que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero, me compraré un canasto de huevos y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos, que se pasarán el verano piando en el corral. Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio, y con el dinero que saque me compraré un vestido nuevo de color verde, con tiras bordadas y un gran lazo en la cintura. Cuando lo vean, todas las chicas del pueblo se morirán de envidia. Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y seguro que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan guapa. Pero no voy a decirle que sí de buenas a primeras. Esperaré a que me lo pida varias veces y, al principio, le diré que no con la cabeza. Eso es, le diré que no: ¡así!

La lechera comenzó a menear la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo, y la tierra se tiñó de blanco. Así que la lechera se quedó sin nada: sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche: sin la blanca leche que le había incitado a soñar».

DON JUAN MANUEL

Este cuento es una de las joyas de nuestra literatura. Después se han escrito muchas versiones, pero esta en español sigue siendo perfecta. Sin duda.

Pertenece a «EL CONDE LUCANOR», una colección de cuentos que escribió don Juan Manuel allá por el siglo XIV y que está considerada una de las mejores obras de la literatura en español.

Leed esta pequeña y bellísima muestra.

CUENTO VII. «LO QUE SUCEDIÓ A UNA MUJER QUE SE LLAMABA DOÑA TRUHANA»

Otra vez estaba hablando el Conde Lucanor con Patronio de esta manera:

-Patronio, un hombre me ha propuesto una cosa y también me ha dicho la forma de conseguirla. Os aseguro que tiene tantas ventajas que, si con la ayuda de Dios pudiera salir bien, me sería de gran utilidad y provecho, pues los beneficios se ligan unos con otros, de tal forma que al final serán muy grandes.

Y entonces le contó a Patronio cuanto él sabía. Al oírlo Patronio, contestó al conde:

-Señor Conde Lucanor, siempre oí decir que el prudente se atiene a las realidades y desdeña las fantasías, pues muchas veces a quienes viven de ellas les suele ocurrir lo que a doña Truhana.

El conde le preguntó lo que le había pasado a esta.

-Señor conde -dijo Patronio-, había una mujer que se llamaba doña Truhana, que era más pobre que rica, la cual, yendo un día al mercado, llevaba una olla de miel en la cabeza. Mientras iba por el camino, empezó a pensar que vendería la miel y que, con lo que le diesen, compraría una partida de huevos, de los cuales nacerían gallinas, y que luego, con el dinero que le diesen por las gallinas, compraría ovejas, y así fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias, hasta que se vio más rica que ninguna de sus vecinas.

»Luego pensó que, siendo tan rica, podría casar bien a sus hijos e hijas, y que iría acompañada por la calle de yernos y nueras y, pensó también que todos comentarían su buena suerte pues había llegado a tener tantos bienes aunque había nacido muy pobre.

Así, pensando en esto, comenzó a reír con mucha alegría por su buena suerte y, riendo, riendo, se dio una palmada en la frente, la olla cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. Doña Truhana, cuando vio la olla rota y la miel esparcida por el suelo, empezó a llorar y a lamentarse muy amargamente   porque había perdido todas las riquezas que esperaba obtener de la olla si no se hubiera roto. Así, porque puso toda su confianza en fantasías, no pudo hacer nada de lo que esperaba tanto.

Vos, señor conde, si queréis que lo que os dicen y lo que pensáis sean realidad algún día, procurad siempre que se trate de cosas razonables y no fantasías o imaginaciones dudosas y vanas. Y cuando quisiereis iniciar algún negocio, no arriesguéis algo muy vuestro, cuya pérdida os pueda ocasionar dolor, por conseguir un provecho basado tan sólo en la imaginación.

Al conde le agradó mucho esto que le contó Patronio, actuó de acuerdo con la historia y, así, le fue muy bien.

Y como a don Juan le gustó este cuento, lo hizo escribir en este libro y compuso estos versos:

          En realidades ciertas os podéis confiar;

            mas de las fantasías os debéis alejar.

FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO

Sobre el autor

Félix María de Samaniego (1745–1801).

Escritor español del siglo XVIII, conocido especialmente por sus fábulas. Temido en su época por su sátira mordaz contra políticos y religiosos, por lo que fue perseguido por la Inquisición.

Sus fábulas son menos ingenuas que las de Esopo y están llenas de críticas escondidas a personajes conocidos y a costumbres de la época.

LA LECHERA

Llevaba en la cabeza
una Lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
«¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!»
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre la ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola la feliz Lechera,
y decía entre sí de esta manera:
«Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
re rodeen cantando el pío, pío.
Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino,
tanto, que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.
Llevarélo al mercado,
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña.»
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera,
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre Lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.
¡Oh, loca fantasía!
¡Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantando la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el bien futuro;

mira que ni el presente está seguro.

Una cuarta versión

Añado una cuarta versión más actual aunque al estilo tradicional: LA LECHERA, de Manuel Herranz

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6 comentarios en “LA LECHERA. Tres versiones”

  1. Carlos R. Alvarado S.

    Gracias estoy encantado con esta lectura. Comencé a escribir hace un año y cometido muchos errores. Pero he observado que he mejorado, varias personas me lo han dicho.
    Después de leer todo esto relacionado con forma de estructurar un cuento, se ha hecho la luz. He estado haciendo cosas malas y buenas al escribir, sin saber por qué,
    Gracias estoy con una mente más abierta y clara al respecto. No fue dificil entenderlo que usted pretendía con explicaciones. Gracias.

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