LAS FÁBULAS. Características, historia y ejemplos

Las fábulas son relatos cortos con un fin didáctico; aparecen al comienzo de la historia de la literatura y en todas las lenguas encontramos ejemplos de fábulas. Desde niños, nos acostumbramos a oír estas historias protagonizadas por animales que se comportan como humanos, con sus mismos defectos y sus mismas virtudes. Vemos hoy las características de este género, su historia en España y algunos ejemplos de grandes fabulistas.

LAS FÁBULAS. Características, historia y ejemplos

¿QUÉ ES UNA FÁBULA?

CARACTERÍSTICAS

  • Es un relato breve.
  • Podemos encontrar fábulas escritas en prosa o verso.
  • Debido a su brevedad, suelen tener un solo tema.
  • En muchas ocasiones el tema es similar: la envidia, las vanas ilusiones, la codicia, la pobreza… Critican “defectos universales”, es decir que afectan a todos los hombres, sea cual sea su nacionalidad o edad. Por ejemplo: la avaricia, la arrogancia o la envidia. Pero también reflejan costumbres, vicios y virtudes de la sociedad. Por ello los temas se repiten en autores muy lejanos en el tiempo y en la geografía.
  • Tienen pocos personajes; frecuentemente, los personajes son animales que se comportan como seres humanos, aunque también hay fábulas protagonizadas por personas y algunas por elementos de la naturaleza (por ejemplo en el siglo XIX, mira abajo el ejemplo de Ramón de Campoamor).
  • Su estructura es sencilla: presentación, nudo y desenlace.
  • A veces, las fábulas aparecen incluidas en relatos más largos, especialmente en le Edad Media, Renacimiento y Barroco. Es en el siglo XVIII cuando se independiza el género y se escriben colecciones de fábulas.
  • Tienen “UNA MORALEJA”, ya que su fin es «enseñar deleitando»; la moraleja suele aparecer al final del texto como conclusión final; a veces, no aparece de forma explícita y se debe deducir. En ocasiones, aparece al principio, por ejemplo en esta de Tomás de Iriarte.

EL GUSANO DE SEDA Y LA ARAÑA

«Se ha de considerar la calidad de la obra, y no el tiempo que se ha tardado en hacerla»

Trabajando un gusano su capullo,
la araña, que tejía a toda prisa,
de esta suerte le habló con falsa risa,
muy propia de su orgullo:
«¿Qué dice de mi tela el señor gusano?
Esta mañana la empecé temprano,
y ya estará acabada a mediodía.
¡Mire qué sutil es, mire qué bella!…»
El gusano, con sorna, respondía:
«¡Usted tiene razón; así sale ella!»

  • En ocasiones tienen un tono irónico, incluso sarcástico (se ve claramente en el ejemplo anterior).
  • Generalmente, la fábula enfrenta a dos personajes principales: protagonista y antagonista.
  • Muestra “arquetipos”.
    • La zorra siempre representa la astucia.
    • El asno la tontería o la torpeza.
    • El león la fuerza y el poder.

HISTORIA DE LA FÁBULA

Varias versiones-mismo tema

La fábula un género literario muy antiguo y se pueden encontrar ejemplos en casi todas las lenguas; muchas de las fábulas españolas son de origen árabe, provienen de colecciones de cuentos orientales que llegaron a Europa ya en la Edad Media y se adaptaron a las diferentes literaturas. Por ello, es posible encontrar fábulas, de diferentes épocas y de diferentes autores, pero con un único tema.

Algunos autores has escrito «fábulas originales», es decir de propia creación.

Como ejemplo de fábulas con varias versiones.

Antigua Grecia: Esopo

El escritor clásico más conocido es Esopo (siglo VI a. C.), por eso se le llama «El padre de la fábula».

No está probada su existencia como persona real; su fecha y lugar de nacimiento son un enigma.

Escribió cientos de estos relatos cortos y muy divertidos, siempre con moraleja y con personajes que eran animales con personalidad humana. En ellos abordó siempre problemas humanos.

Más que autor, Esopo fue un recopilador de pequeñas historias populares que escuchaba y copiaba.

Un ejemplo de Esopo.

LA ZORRA Y LAS UVAS

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso atraparlos con su boca.

Más no pudiendo alcanzarlos, a pesar de sus esfuerzos, se alejó diciéndose:

– ¡Ni me agradan, están tan verdes!

«Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar»

De Grecia a Roma

La fábula llega a Roma.

Cayo Julio Fedro (Macedonia, hacia 20-15 a.C. – hacia 50 d.C.) sería el heredero de la obra de Esopo; plasmaría sus fábulas en cinco libros.

Más tarde destaca Horacio (Venusia, actual Italia, 65 a.C. – Roma, 8 a.C.) y su famosa fábula «Ratón de campo y ratón de ciudad», versión de una historia de Esopo.

La fábula en la Edad Media en España

En España ha sido un género cultivado desde la Edad Media, aunque no era un género independiente sino que las fábulas aparecían dentro de relatos más largos.

Las fábulas medievales más famosas son las que aparecen en “El conde Lucanor”, de don Juan Manuel; por ejemplo el cuento V: “Lo que sucedió a una zorra con un cuervo que tenía un pedazo de queso en el pico”.

Más tarde Arcipreste de Hita escribiría también fábulas.

Perteneciente igualmente al siglo XIV, el Libro de Buen Amor (1330), del Arcipreste de Hita, está salpicado de fábulas en verso que, en tono jocoso y moralizante, hacen que se haya considerado a Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, como un precursor del género.

Las fábulas de nuestro Juan Ruiz no son ciertamente originales; sus modelos están en Pilpay, en Esopo, en Fedro; pero tiene nuestro Juan Ruiz tanta fuerza creadora, tales gracias poéticas, tanta sutileza para aclimatar a su época y a su patria las moralejas, que no se puede negar el mérito de la originalidad.

Los fabulistas españoles

El francés Jean de la Fontaine

Las fábulas han sido siempre muy apreciadas por su contenido didáctico; incluso famosos como Leonardo da Vinci y Napoleón Bonaparte nos dejaron algunas fábulas. El fabulista más famoso internacionalmente es Jean de La Fontaine.

Jean de La Fontaine (Francia, 1621-1695), es conocido especialmente por sus doce libros de fábulas, consideradas modelo del género y, por ello, muy imitadas.

Sus «Fábulas» se organizan en doce libros que se publicaron entre 1668 y 1694. Son un conjunto de relatos todos en verso; están protagonizados por animales que actúan igual que los seres humanos; su objetivo es didáctico, es decir, tienen una moraleja que pretende trasmitir una enseñanza moral.. Están inspiradas en las fábulas clásicas y tienen un sentido de humor agudo; además poseen un lenguaje fluido y de gran naturalidad. . Los personajes están perfectamente caracterizados. Con ellas La Fontaine nos dejó una visión irónica (y también algo escéptica) de la sociedad de su época.

La fábula en el Siglo de Oro español

Más tarde, en el Siglo de Oro, autores tan famosos como Tirso de Molina, Lope de Vega, Rojas Zorrilla o Calderón de la Barca fueron admiradores y cultivadores de este género.

Os dejo un ejemplo de Tirso de Molina.

EL ASNO Y EL COCHINO

Señor Juan de Silva, escuche:
Crió un villano en su casa
un cochino y un jumento.
Al cochino regalaba
tanto, que al jumento mismo
daba envidia, que esta falta
es muy de asnos. Llegó el día
de San Martín, y escuchaba
el asno grandes gruñidos.
Asomóse a una ventana,
y vio al mísero cochino,
el cuchillo a la garganta,
que roncaba sin dormir.
—¿Para aquesto le engordaban?
—dijo el asno—. Voime al monte
por leña, venga mi albarda.

Esplendor en el siglo XVIII: Iriarte y Samaniego

En el siglo XVIII triunfa de nuevo la fábula. Los neoclásicos encuentran en este género la forma ideal para «enseñar deleitando», idea central en este siglo.

Dos escritores españoles se ocupan de escribir fábulas: Tomás de Iriarte y Félix María Samaniego.

La fábula, que desde siempre fue un instrumento didáctico, se desarrolló ampliamente en el XVIII como género pragmático y de instrucción pública; florece ahora, cuando los escritores se sienten fascinados por los problemas de conducta moral y cuando la teoría literaria apoya y defiende la función didáctica del arte; el género decaerá cuando el público empiece a perder interés por las normas de conducta social y por los tipos sociales en cuanto desviados de esas mismas normas.

Las fábulas de Samaniego, y también las de Iriarte, suponen la renovación en su siglo de un género de muy amplia tradición, que encontró en la preocupación moral que impregnaba las ideas ilustradas un ambiente propicio para su desarrollo. Samaniego en España, como La Fontaine en Francia, supone una nueva etapa en la historia del género; la fábula reaparece de su mano y si el francés fijó el modelo de fábula moderna, el riojano lo importó a la Península; y este modelo continuará vigente en la amplia nómina de continuadores. 

Los fabulistas españoles. A. I. Sotelo

Félix María Samaniego

Felix María Samaniego (1745-1801) fue un escritor español del siglo XVIII, conocido especialmente por sus fábulas.

Temido en su época por su sátira mordaz contra políticos y religiosos, por lo que fue perseguido por la Inquisición.

Sus fábulas son menos “ingenuas” que las de Esopo y están llenas de críticas “escondidas” a personajes conocidos y a costumbres de la época.

Nos dice:

«Que en estos versos trato 
de daros un asunto 
que instruya deleitando»

Tomás de Iriarte

Tomás de Iriarte (Tenerife, 1750- Madrid, 1791) fue un escritor español neoclásico, ejemplo del cortesano culto, cosmopolita, elegante y educado del siglo XVIII.

Provenía de una familia culta, con varios parientes escritores y humanistas. Recibió una esmerada educación que lo llevó a ser traductor, escritor, bibliotecario y editor. Además de literato, fue músico; tocaba el violín y la viola y compuso varias sinfonías que, desgraciadamente, no se han conservado.

Tomás de Iriarte fue el primer dramaturgo que consiguió dar con una fórmula que uniese las exigencias de los tratadistas neoclásicos con los gustos del público.

Pero es conocido sobre todo por sus “Fábulas”; se editaron en 1782 como “la primera colección de fábulas enteramente originales«. En ellas reivindica ser el primer español en introducir el género, lo cual motivó una larga contienda con el que había sido amigo desde largo tiempo, Félix María de Samaniego (este había publicado sus fábulas un año antes).

Sobre Tomás de Iriarte nos dice la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:

Fue un caballero ilustrado que vivió según los valores ideológicos y las nuevas formas sociales que caracterizaban a los de su clase: cultivó la esgrima, la música, el baile, los flirteos galantes… Sus actividades, públicas y privadas, estuvieron regidas por una estética del buen gusto que, sin caer en la desmesura y superficialidad de los petimetres, se adelantaba a los decadentes del fin de siglo decimonónico. Sus obras teatrales marcaron significativamente un cambio en la manera de concebir el teatro; sus fábulas tuvieron un éxito prolongado; sus traducciones del latín son modelo de sobriedad y finura; su vida, ejemplar indiscutible de un modo de instalarse en el mundo y en la sociedad de su tiempo.

Dijo sobre la poesía:

«Los pueblos que carecen de poetas carecen de heroísmo; la poesía conmemora perdurablemente los grandes hechos y las grandes virtudes«.

Textos recomendados

La fábula en el siglo XIX español

En el siglo XIX la fábula se cultivó con frecuencia y con diferentes estilos. Algunos autores fueron:

  • Eugenio Hartzenbusch escribió unas doscientas fábulas agrupadas en dos libros, «Fábulas puestas en verso castellano» (1848) y «Cuentos y fábulas» (1862).
  • Miguel Agustín Príncipe escribió «Las Fábulas en verso castellano y en variedad de metros«. Esta obra comprende ciento cincuenta fábulas, con un Prólogo que contiene la Historia de la Fábula y un Arte métrica, donde estudia la versificación castellana y explica los tipos de metro de estas fábulas.
  • Ramón de Campoamor escribió cincuenta y cuatro fábulas en su juventud; más tarde, las rechazó y abandonó este género.
  • Concepción Arenal (considerada por muchos la madre del feminismo español) escribió «Fábulas en verso» en 1851.

Un ejemplo de Campoamor

LA COL Y LA ROSA

Una col en un cercado,

probaba a una rosa bella,

que era tan buena como ella,

y aún de una tierra mejor.

– Mas aunque de cuna iguales,

dijo un pepino, ¡mastuerza!

¿dejarás tú de ser berza,

mientras que ella es una flor?

La fábula en la actualidad

En el siglo XX la fábula decae; se escriben menos fábulas y de inferior calidad, pero también aparecen grandes autores que continúan con este género, como el guatemalteco Augusto Monterroso.

Un ejemplo de este escritor:

EL BURRO Y LA FLAUTA

Tirada en el campo estaba desde hacía tiempo una flauta que ya nadie tocaba, hasta que un día un burro que paseaba por ahí resopló fuerte sobre ella haciéndola producir el sonido más dulce de su vida, es decir, de la vida del burro y de la flauta.

Incapaces de comprender lo que había pasado, pues la racionalidad no era su fuerte y ambos creían en la racionalidad, se separaron presurosos, avergonzados de lo mejor que el uno y el otro habían hecho durante su triste existencia.

Muchas de las fábulas escritas en el siglo XX se agrupan en colecciones escolares, es decir, destinadas a un público infantil.

SIGLO XXI

Esperemos que en este nuevo siglo haya autores interesados en la fábula que contribuyan al mantenimiento y auge de este bello género.

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