SELECCIÓN DE POEMAS SOBRE LA MUERTE

SELECCIÓN DE POEMAS SOBRE LA MUERTE. Una selección de poemas que nos acercan al tema de la muerte, tan importante en la literatura de todos los tiempos y países.

Para empezar

Recordemos estos versos de FRANCISCO DE QUEVEDO que aparecen como epitafio en su tumba y que pertenecen a uno de sus sonetos titulado ¡Cómo de entre mis manos te resbalas!, primer cuarteto.

¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,
pues con callado pie todo lo igualas!

LA MUERTE, uno de los grandes temas de la literatura y del arte

Uno de los grandes temas de la poesía es LA MUERTE. ¿A quién no le preocupa este tema? ¿Quién no se ha preguntado alguna vez qué hay después de la muerte? ¿Quién no se muestra asustado o curioso o desafiante al pensar en este trance?

Desde los primeros textos a la actualidad el tema de la muerte está presente en la literatura en español en poemas, novelas, sentencias…

Desde diferentes puntos de vista: la muerte liberadora, la muerte igualatoria, la muerte que se lleva a nuestros seres queridos, la muerte como fin del camino, la muerte inexorable.

No solo de la literatura, claro; la pintura, la escultura, la música también han dedicado gran parte de sus obras a la muerte.

LA MUERTE, base de varios tópicos literarios

En literatura, este tema aparece ligado frecuentemente a algunos tópicos literarios:

  • CARPE DIEM o disfruta de la vida.
  • PEREGRINATIO VITAE o la vida como un camino.
  • TEMPUS FUGIT o la vida es breve.
  • MEMENTO MORI o recuerda que has de morir.
  • VANITAS VANITATIS o todo es vanidad

LA MUERTE y sus metáforas

Aquí tenéis una breve selección de poemas representativos que nos pueden acercar más al mundo de los humanos y de sus dudas y miedos. Hacer la selección no ha sido fácil; he intentado recoger una muestra de cada etapa literaria.

Conviene que os fijéis en las bellísimas metáforas para no nombrar directamente a esa mujer a la que llamamos MUERTE; por ejemplo:

SELECCIÓN DE POEMAS SOBRE LA MUERTE

LA EDAD MEDIA

En la EDAD MEDIA, la muerte aparece frecuentemente. La vemos en la obra de GONZALO DE BERCEO, «Los milagros de Nuestra Señora».

Empezamos con un romance, una de las estrofas más típicas de la literatura española y donde se pueden encontrar todos los temas literarios posibles.

  • ¿Recuerdas la estructura métrica de un romance? Mira aquí.

Este romance anónimo puede ser una versión de un conocido poema de JUAN DEL ENCINA (1469-1529) que comienza diciendo: «Yo me estando reposando, durmiendo como solía«, muy divulgado en el siglo XVI. La muerte y el tiempo son dos elementos que aparecen frecuentemente ligados; en este poema la muerte da un plazo breve al enamorado para una última visita a su amada.

ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE

Un sueño soñaba anoche
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve fría.
-¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
-No soy el amor, amante;
la Muerte que Dios te envía.
-¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
-Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
-¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
-¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
-Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.
-Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la Muerte que allí venía:
-Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.

SIGLO XV

Ya en la Edad Media aparecen en Francia a y Alemania las «DANZAS DE LA MUERTE».

En España la Dança General de la Muerte es una obra conservada en el Monasterio de El Escorial; un poema alegórico del siglo XV de autor anónimo. Pertenece al género llamado “danzas de la muerte” o “danzas macabras”. En estas danzas la Muerte es la protagonista y aparece dialogando con diferentes personajes de varios estratos sociales a los que va arrastrando hacia su único destino posible: la muerte. Inicialmente se representaban, por lo que eran una mezcla de teatro y baile.

Un breve fragmento como muestra:

«Dança General de la Muerte»

¿O piensas, por ser mancebo valiente
o niño de días, que alueñe estaré,
e fasta que llegues a viejo impotente
la mi vanida me detardaré?
Avíate bien, que yo llegaré
a ti a dessora, que non he cuidado
que tú seas mancebo o viejo cansado,
que cual te fallare tal te llevaré.

Seguimos en el SIGLO XV para admirar estos versos de JORGE MANRIQUE que nos ofrecen la visión de la muerte como elemento igualatorio que no distingue ni respeta clase social ni riquezas. Además la vida como un río que nos conduce a todos («los que viven por sus manos e los ricos«) inexorablemente hacia el mar (la muerte).

JORGE MANRIQUE, COPLA III

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.

De nuevo JORGE MANRIQUE, con la visión de la muerte como el final del camino que es la vida y también como la muerte liberadora, como «morada sin pesar«, «cuando morimos, descansamos».

JORGE MANRIQUE, COPLA V

Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientras vivimos,
e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.

SIGLO XVII

En el BARROCO, siglo XVII, también está presente la muerte; por ejemplo, este soneto de LOPE DE VEGA.

Este poema nos ofrece unas metáforas clásicas: «la rosa», la boca; los ojos verdes, «esmeraldas». Lope nos habla de las presunciones vanas, de la «vanitas vanitatis, onmia vanitas» (tópico 26) y nos enseña que al final todos perecemos y hasta los gusanos nos desprecian.

A UNA CALAVERA

Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos,
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.

Aquí la estimativa en que tenía
el principio de todo el movimiento,
aquí de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!,
¿dónde tan alta presunción vivía,
desprecian los gusanos aposento?

Seguimos en el SIGLO DE ORO, esta vez con DIEGO DE SAAVEDRA FAJARDO. La Biblioteca Virtual Cervantes nos dice:

«Diplomático español del siglo XVIII don Diego de Saavedra Fajardo, eximio escritor, autor de una de las obras en prosa más valiosas de todo el Siglo de Oro, en la que dejó fiel reflejo de su pensamiento político y de sus ideas en torno a la sociedad de su tiempo, a la convivencia entre las naciones, a la relación entre los hombres, a los destinos históricos de España y Europa y a las fuentes de la cultura de su tiempo«.

Aquí lo recordamos con este soneto titulado «Ludibria mortis», es decir, «los ultrajes de la muerte». Otra vez la muerte que no distingue ni a reyes ni a príncipes cuando llega la hora. El último terceto es esencial.

LUDIBRIA MORTIS

Este mortal despojo, oh caminante,
triste horror de la muerte, en quien la araña
hilos anuda y la inocencia engaña,
que a romper lo sutil no fue bastante,

coronado se vio, se vio triunfante
con los trofeos de una y otra hazaña;
favor su risa fue, terror su saña,
atento el orbe a su real semblante.

Donde antes la soberbia, dando leyes,
a la paz y a la guerra presidía,
se prenden hoy los viles animales.

¿Qué os arrogáis, ¡oh príncipes!, ¡oh reyes!;
si en los ultrajes de la muerte fría
comunes sois con los demás mortales?

SIGLO XVIII

Del Neoclasicismo, elegimos este poema de JUAN MELÉNDEZ VALDÉS (1754-1817) que nos habla de la brevedad de la vida («nuestra frágil vida«) y de cómo la muerte siempre nos acecha «entre fúnebres sombras«; por ello, «carpe diem»(«de la niñez gocemos, pues vuela tan aprisa«).

A DORILA

¡Cómo se van las horas,
y tras ellas los días
y los floridos años
de nuestra frágil vida!

La vejez luego viene,
del amor enemiga,
y entre fúnebres sombras
la muerte se avecina,

que escuálida y temblando,
fea, informe, amarilla,
nos aterra, y apaga
nuestros fuegos y dichas.

El cuerpo se entorpece,
los ayes nos fatigan,
nos huyen los placeres
y deja la alegría.

Si esto, pues, nos aguarda,
¿para qué, mi Dorila,
son los floridos años
de nuestra frágil vida?

Para juegos y bailes
y cantares y risas
nos los dieron los cielos,
las Gracias los destinan.

Ven ¡ay! ¿qué te detiene?
Ven, ven, paloma mía,
debajo de estas parras
do leve el viento aspira;

y entre brindis suaves
y mimosas delicias
de la niñez gocemos,
pues vuela tan aprisa.

SIGLO XIX

En una selección de poemas sobre la muerte es inevitable pararse en el SIGLO XIX.

Los Románticos sintieron una especial fascinación por la muerte, los cementerios, las historias de ultratumba.; crearon «monstruos» como el inmortal Dorian Grey o el aterrador Frankenstein. En España, escritores como José Zorrilla (en su «Don Juan Tenorio») o Bécquer (en sus «Leyendas») expresaron este tema de forma maravillosa.

En Biblioteca Virtual Cervantes nos presentan a GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER así:

Gustavo Adolfo Bécquer (Sevilla, 1836 – Madrid, 1870), fue un hombre de múltiples contradicciones. Sus escritos reflejan el esfuerzo por encontrar, a través de la palabra, la síntesis de un universo dividido entre el sueño y la razón.

RIMA LXI

Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho
¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano
tienda, próxima a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?

Cuando la muerte vidrie
de mis ojos el cristal,
mis párpados aun abiertos
¿quién los cerrará?

Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral)
una oración, al oírla,
¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa
¿quién vendrá a llorar?

¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
quién se acordará?

También de Bécquer, el final de la Rima LXXIII.

RIMA LXXIII

¿Vuelve el polvo al polvo? 
¿Vuela el alma al cielo? 
¿Todo es sin espíritu, 
podredumbre y cieno? 
No sé; pero hay algo 
que explicar no puedo, 
algo que repugna 
aunque es fuerza hacerlo, 
el dejar tan tristes, 
tan solos los muertos.

SIGLO XX

En el siglo XX, el modernista MANUEL MACHADO nos ofrece estos versos con los que nos anima a disfrutar de la vida: «goza, gusta, ama, olvida«. Unos imperativos que nos llevan al CARPE DIEM, porque en el camino de la vida está también el camino de la muerte, van parejos: «Y no creas que tiene raíces la dicha«.

Es uno de mis poetas favoritos.

Os remito a un artículo de María Jesús Zamora Calvo, «Manuel Machado, el poeta culto«, publicado en la Biblioteca Virtual Cervantes que comienza así:

«Manuel Machado (1874-1947) como poeta y dramaturgo ha sido relegado a un olvido injusto en la historia de la literatura española. Las causas son fundamentalmente dos: la fama y la reputación literaria de su hermano Antonio y el apoyo que mostró a la dictadura de Primo de Rivera y a la causa de Franco…»

EL CAMINO DE LA MUERTE

Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida…
En la frescura de las rosas
ve reparando. Y en las lindas
adolescentes. Y en los suaves
aromas de las tardes tibias.
Abraza los talles esbeltos
y besa las caras bonitas.
De los sabores y colores
gusta. Y de la embriaguez divina.
Escucha las músicas dulces.
Goza de la melancolía
de no saber, de no creer, de
soñar un poco. Ama y olvida,
y atrás no mires. Y no creas
que tiene raíces la dicha.
No habrás llegado hasta que todo
lo hayas perdido. Ve, camina…
Es el camino de la muerte.
Es el camino de la vida.

Su hermano ANTONIO MACHADO, poeta perteneciente a la Generación del 98, trata también el tema en este poema. El reloj simboliza el paso del tiempo que a todos acecha y que a nadie perdona, hasta que nuestra «barca» (la vida) aparezca en «otra ribera» (la muerte).

DORMIRÁS MUCHAS HORAS TODAVÍA

Daba el reloj las doce… y eran doce
golpes de azada en tierra…

…¡Mi hora! —grité— … El silencio
me respondió: —No temas;
tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.

Dormirás muchas horas todavía
sobre la orilla vieja
y encontrarás una mañana pura
amarrada tu barca a otra ribera.

Una parte del RETRATO de Antonio Machado son estos famosos versos que expresan cómo el poeta quiere montar en esa nave que lo llevará al otro lado, “desnudo, ligero de equipaje”, libre y sin nada que lo ate a este mundo terrenal.

RETRATO

Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Del poeta mexicano ELÍAS NANDINO (1900-1993), perteneciente también al MODERNISMO, recogemos este breve poema.

¿QUÉ ES MORIR?

-¿Qué es morir?
-Morir es
Alzar el vuelo
Sin alas
Sin ojos
Y sin cuerpo.

El Premio Nobel de Literatura VICENTE ALEIXANDRE (1989-1984) titula un poema «Muerte». Unos versos de muestra de la obra de este genial poeta español, perteneciente a la Generación del 27.

MUERTE

Vengan a mí tus espumas rompientes, cristalinas,
vengan los brazos verdes desplomándose,
venga la asfixia cuando el cuerpo se crispa
sumido bajo los labios negros que se derrumban.

Continuamos esta selección de poemas sobre la muerte con MIGUEL HERNÁNDEZ (1910-1942), que nos dejó una de la elegías más bellas escritas en español; en ella lamenta la temprana muerte de su amigo Ramón. Unos versos centrales para recordar a este poeta alicantino.

ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ

Un manotazo duro, un golpe helado, 
un hachazo invisible y homicida, 
un empujón brutal te ha derribado. 

No hay extensión más grande que mi herida, 
lloro mi desventura y sus conjuntos 
y siento más tu muerte que mi vida. 

Ando sobre rastrojos de difuntos, 
y sin calor de nadie y sin consuelo 
voy de mi corazón a mis asuntos. 

Temprano levantó la muerte el vuelo, 
temprano madrugó la madrugada, 
temprano estás rodando por el suelo. 

No perdono a la muerte enamorada, 
no perdono a la vida desatenta, 
no perdono a la tierra ni a la nada.

Partiendo de unos versos populares, NICOMEDES SANTA CRUZ (1925-1992), poeta peruano que llevó la cultura de su país por todo el mundo, escribe un poema desafiante en el que se atreve a amenazar a la Muerte con “otra muerte”. El poema está compuesto por décimas, estrofa que Nicomedes prefirió como forma de expresión poética.

  • Recuerda aquí lo que es una DÉCIMA

MUERTE, SI OTRA MUERTE HUBIERA

Muerte, si otra muerte hubiera
Que de ti me libertara
a esa muerte pagara
porque a ti, muerte te diera.

(Anónimo)

La Señora Silenciosa,
La Veterana Infalible.
La Muerte, cosa terrible,
La Muerte… ¡tremenda cosa!
Qué fuerza tan misteriosa,
implacable, traicionera:
Llegas al que no te espera,
huyes del que te reclama,
ríes del pobre que clama:
¡Muerte, si otra muerte hubiera…!

Quisiera librar al mundo
de tu macabra misión.
Quisiera darte prisión
en un abismo profundo.
Quisiera, por un segundo,
contemplarte cara a cara
y que el Cosmos me dotara
de indestructible poder
conjugando un verbo Ser
que de ti me libertara.

Muerte, yo te desafío,
tu presencia no me extraña,
me burlo de tu guadaña
y de tus huesos me río.
Muerte, no le temo al frío
Que los corazones para.
Muerte, si otra te matara,
al saberte ya destruida,
con la prenda más querida
a esa Muerte pagara.

Muerte que todo lo callas
estás en todo lugar,
en las nubes, en el mar,
en los campos de batalla.
Cada bala de metralla
es tu palabra certera…
Si de otra muerte muriera,
si otra muerte me llevase
a esa Muerte pagase
porque a ti, muerte te diera.

De la poesía española de los años cincuenta, elegimos estos versos de GABRIEL CELAYA (1911-1991), uno de los poetas más representativos de la poesía social.

CONSEJO MORTAL

Levanta tu edificio. Planta un árbol.
Combate si eres joven. Y haz el amor, ¡ah, siempre!
Mas no olvides al fin construir con tus triunfos
lo que más necesitas: una tumba, un refugio.

Cerramos ya esta selección de poemas sobre la muerte. Por supuesto, podría seguir; hay muchos poetas seducidos por este tema y muchos poemas dedicados a la muerte.

¿Recuerdas tú alguno más?

Por recomendación de Miguel Ángel Albujer Lax añado un poema precioso de uno de los premios nobel españoles, el novecentista JUAN RAMÓN JIMÉNEZ. Dice Miguel Ángel que es un «precioso ejemplo de cómo hablar de la muerte como un viaje».

EL VIAJE DEFINITIVO

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando.
Y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro
del domingo cerrado,
del coche de las cinco, de las siestas del baño,
en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu de hoy errará, nostáljico…

Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando

OTRAS SELECCIONES DE TEXTOS

10 comentarios en “SELECCIÓN DE POEMAS SOBRE LA MUERTE”

  1. Miguel Angel Albujer Lax

    Pondría, sin duda, El viaje definitivo, de Juan Ramón Jiménez, precioso ejemplo de cómo hablar de la muerte como un viaje.

  2. Hola Miguel Ángel
    Me parce una idea muy acertada; Juan Ramón Jiménez es uno de mis poetas favoritos; ha sido imperdonable olvidarlo. Acabo de añadirlo y he copiado tu comentario; si esto último no te gusta, dímelo y lo quito.
    Gracias y un saludo.

  3. ¡Hola!

    ¿Qué os parece un fragmento de la anónima «Danza general de la muerte»? Es una de mis composiciones favoritas.

    Gracias por este magnífico blog.

    Núria

  4. Gracias, son todos hermosos y hacen de la muerte algo menos temible, mas amigable. Yo añadiría Blues del Funeral, pero no recuerdo su autor

  5. Hola
    «Silencien los pianos y con apagado tambor
    saquen el féretro, dejen venir a los dolientes…». Precioso poema de W. H. Auden. No lo incluyo simplemente porque no es en español, pero se lo recomiendo a cualquiera.
    Gracias por tu comentario y tu consejo.

  6. Maria Bellerin Garcia

    Uno de los poemas que más me conmueven en voz de la muerte es, sin duda, «Canción de la muerte» de Espronceda, en la que su personificación nos habla para mostrarnos sus tristes bondades y junto a este, «Lo fatal» de Rubén Darío. Es un tema muy prolífico.
    Gracias por la recopilación. Un saludo.

  7. Hola María
    Gracias por tu comentario. Realmente es un tema prolífico y se podrían añadir muchos poemas más; los dos que tú citas (el de Espronceda y el de Rubén Darío) son bellísimos.
    Un saludo

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