SELECCIÓN DE SONETOS DEL SIGLO DE ORO

Esta selección de sonetos del Siglo de Oro español complementa el estudio de la poesía de ese momento literario, llamado “Siglo de Oro” por la excelente calidad de sus autores y las obras que ellos escribieron.

EL SIGLO DE ORO

Para saber un poco más de este periodo literario, su contexto histórico, características y autores:

EL SONETO

FORMA

El soneto es una estrofa formada por catorce versos de arte mayor, generalmente endecasílabos, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos.

TEMA

Temáticamente el soneto suele organizarse de la siguiente manera:

  • El primer cuarteto suele presentar el tema de la composición.
  • El segundo cuarteto amplifica ese tema.
  • El primer terceto reflexiona sobre la idea central.
  • El terceto final suele rematar el poema con una reflexión.
  • Ver más en TIPOS DE ESTROFA

TÓPICOS EN LA POESÍA DEL SIGLO DE ORO

Los tópicos son ideas que se repiten a lo largo de la historia de la literatura. En el Siglo de Oro aparecen con frecuencia los siguientes:

  • TEMPUS FUGIT. La fugacidad de la vida, el paso del tiempo casi sin darnos cuenta.
  • BEATUS ILLE. Elogio a la vida campesina (que se percibe limpia y sin mentiras) como refugio de la vida de la ciudad o de la corte (llena de envidias).
  • CARPE DIEM. Hay que disfrutar de la juventud, de la vida, del momento porque el tiempo pasa rápidamente.
  • EL AMOR. El amor puede aparecer de diferentes maneras: amor desdichado, amor no correspondido, amor eterno, amor a Dios…

Más sobre estos y otros TÓPICOS LITERARIOS

FIGURAS LITERARIAS FRECUENTES EN EL SIGLO DE ORO

  • ANTÍTESIS. Se contraponen dos ideas, conceptos o palabras.
  • HIPÉRBATON. Alteración del orden lógico de la frase.
  • HIPÉRBOLE. Exageración de los que se presenta.
  • METÁFORA. Es la identificación de un objeto con otro en virtud de una relación de semejanza entre ellos.
  • ASÍNDETON. Se suprimen los nexos o conjunciones.
  • POLISÍNDETON. Hay más nexos o conjunciones de las lógicas.
  • ANÁFORA. Repetición de una o varias palabras.

Más figuras y ejemplos FIGURAS LITERARIAS y ejemplos

SELECCIÓN DE SONETOS DEL SIGLO DE ORO

DIEGO HURTADO DE MENDOZA. “Amable soledad, muda alegría”

Diego Hurtado de Mendoza es un diplomático, humanista, poeta, historiador y bibliófilo nacido en Granada en 1503-1504?. Muere en Madrid en 1575. Perteneció a la poderosa familia de los Mendoza y nació en la Alhambra de Granada, donde residía su familia debido al cargo de su padre, Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla y marqués de Mondéjar y nieto del marqués de Santillana.

Se ha debatido si fue el autor de «El Lazarillo de Tormes«.

En este soneto nos presenta uno de los temas típicos del renacimiento: la búsqueda de la paz, la alegría y el silencio porque ahí no hay mentiras ni falsedades, es decir, el tópico «beatus ille«.

AMABLE SOLEDAD, MUDA ALEGRÍA

Amable soledad, muda alegría,
que ni escarmiento ves, ni ofensas lloras;
segunda habitación de las auroras;
de la verdad primera compañía.

Tarde buscada paz del alma mía,
que la vana inquietud del mundo ignoras,
donde no la ambición hurta las horas,
y entero nace para el hombre el día.

¡Dichosa tú, que nunca das venganza,
ni de palacio ves con propio engaño,
la ofendida verdad de la mudanza,

la sabrosa mentira del engaño,
la dulce enfermedad de la esperanza,
la pesada salud del desengaño!

GARCILASO DE LA VEGA. “Escrito está en mi alma vuestro gesto”

Garcilaso pertenece al primer Siglo de Oro español, el Renacimiento. Modelo de “cortesano” (poeta y militar) recoge en este soneto la visión neoplatónica del amor.

El rostro de la amada grabado en el alma del enamorado es un motivo típico de la poesía petrarquista. Ambos elementos, neoplatonismo y petrarquismo, estuvieron de moda en España en el Renacimiento.

Convienen destacar “el crescendo” de los dos versos finales.

SONETO V

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

FRAY LUIS DE LEÓN. “Agora con la aurora”

Fray Luis de León, poeta, religioso y humanista, pertenece al Renacimiento (primer Siglo de Oro). Se engloba en la literatura religiosa y toda su obra expresa el deseo de alejarse del mundo terrenal y poder llegar hasta Dios.

Además Fray Luis escribió algunos poemas amorosos, lo cual no estaba mal visto en la época; de todos ellos, se puede hacer una interpretación “a lo divino”. “Agora con la aurora se levanta” es un soneto de estilo petrarquista en el que narra el despertar de una mujer (los dos cuartetos), confiesa su amor por ella (primer terceto) y, para acabar el poeta vuelve a la cruel realidad que no es otra que un amor no correspondido (último terceto).

Destaca la anáfora de “agora” (para hacer más presente al lector la figura de la bella mujer) y la delicada descripción que hace Fray Luis de una mujer en los dos cuartetos.

AGORA CON LA AURORA SE LEVANTA

Agora con la aurora se levanta
mi Luz; agora coge en rico nudo
el hermoso cabello; agora el crudo
pecho ciñe con oro, y la garganta;

agora vuelta al cielo, pura y santa,
las manos y ojos bellos alza, y pudo
dolerse agora de mi mal agudo;
agora incomparable tañe y canta.

Ansí digo y, del dulce error llevado,
presente ante mis ojos la imagino,
y lleno de humildad y amor la adoro;

mas luego vuelve en sí el engañado
ánimo, y conociendo el desatino,
la rienda suelta largamente al lloro.

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ. “Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba”

Del Barroco, este poema recrea el dolor de una mujer ante los celos de su amado (“mi bien”) hasta que, en el primer terceto, le dice que no deje que los celos lo atormenten.

Sor Juana Inés de la Cruz nació en México en 1651. Fue una niña prodigio que comenzó a escribir con solo tres años.

Está considerada la figura más representativa de la literatura hispanoamericana del siglo XVII. Fue una escritora original, con gran curiosidad intelectual y de avanzado pensamiento; por todo esto no fue bien vista por la sociedad que la rodeaba.

ESTA TARDE, MI BIEN, CUANDO TE HABLABA

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como en tu rostro y en tus acciones vía
que con palabras no te persuadía,
que el corazón me vieses deseaba.

Y Amor, que mis intentos ayudaba,
venció lo que imposible parecía,
pues entre el llanto que el dolor vertía,
el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,
no te atormenten más celos tiranos,
ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,
pues ya en líquido humor viste y tocaste
mi corazón deshecho entre tus manos.

LUPERCIO LEONARDO DE ARGENSOLA. «Al sueño»

Poeta de finales del siglo XVI (1559-1613).

El poeta desea huir del sueño porque le recuerda lo que será su muerte futura; incita al ese sueño a turbar las noches de los tiranos y de los avaros.

AL SUEÑO

Imagen espantosa de la muerte,
Sueño crüel, no turbes más mi pecho,
Mostrándome cortado el nudo estrecho,
Consuelo solo de mi adversa suerte.

Busca de algún tirano el muro fuerte,
De jaspe las paredes, de oro el techo,
O el rico avaro en el angosto lecho
Haz que temblando con sudor despierte.

El uno vea el popular tumulto
Romper con furia las herradas puertas,
O al sobornado siervo el hierro oculto.

El otro sus riquezas, descubiertas
Con llave falsa o con violento insulto,
Y déjale al amor sus glorias ciertas.

FRANCISCO DE QUEVEDO. “A Aminta, que se cubrió los ojos con la mano”

La antítesis o contraposición es un de las figuras literarias que más destaca en el Barroco. Aquí  tenemos bellos ejemplo: “fuego-nieve”, “frescos-incendio”, “atento-aleve”, “derretir-nieve”. Quevedo es uno de los escritores más importantes de la literatura española; creador de un estilo llamado «conceptismo» que representa al Barroco español.

A AMINTA QUE SE CUBRIÓ LOS OJOS CON LA MANO

Lo que me quita en fuego, me da en nieve
La mano que tus ojos me recata;
Y no es menos rigor con el que mata,
Ni menos llamas su blancura mueve.

La vista frescos los incendios bebe,
Y volcán por las venas los dilata;
Con miedo atento a la blancura trata
El pecho amante, que la siente aleve.

Si de tus ojos el ardor tirano
Le pasas por tu mano por templarle,
Es gran piedad del corazón humano;

Mas no de ti, que puede al ocultarle,
Pues es de nieve, derretir tu mano,
Si ya tu mano no pretende helarle.

FRANCISCO DE QUEVEDO. «¡Cómo de entre mis manos te resbalas!»

Un tópico repetido en el Barroco: el paso del tiempo, la fugacidad de la vida, también de la pluma de Quevedo.

Atención a las exclamaciones retóricas y al segundo terceto y al último verso, uno de los más intensos del autor (intensidad que logra con el uso de asíndeton).

A LA BREVEDAD DE LA VIDA

¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!
¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,
pues con callado pie todo lo igualas!

Feroz de tierra el débil muro escalas,
en quien lozana juventud se fía;
mas ya mi corazón del postrer día
atiende el vuelo, sin mirar las alas.

¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte!
¡Que no puedo querer vivir mañana,
sin la pensión de procurar mi muerte!

Cualquier instante de la vida humana
es nueva ejecución, con que me advierte
cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.

Puedes ver este soneto comentado: ¡CÓMO DE ENTRE MIS MANOS TE RESBALAS!

FRANCISCO DE QUEVEDO. «A la edad de las mujeres»

En el Siglo de Oro se cultiva también la poesía irónica, a veces satírica e incluso burlesca. Un ejemplo de este estilo.

A LA EDAD DE LAS MUJERES

De quince a veinte es niña; buena moza
de veinte a veinticinco, y por la cuenta
gentil mujer de veinticinco a treinta.
¡Dichoso aquel que en tal edad la goza!

De treinta a treinta y cinco no alboroza;
mas puédese comer con sal pimienta;
pero de treinta y cinco hasta cuarenta
anda en vísperas ya de una coroza.

A los cuarenta y cinco es bachillera,
ganguea, pide y juega del vocablo;
cumplidos los cincuenta, da en santera,

y a los cincuenta y cinco echa el retablo.
Niña, moza, mujer, vieja, hechicera,
bruja y santera, se la lleva el diablo.

Otro poema jocoso-burlesco TRES COSAS ME TIENEN PRESO, Baltasar del Alcázar

LUIS DE GÓNGORA. “A una calavera de mujer”

Luis de Góngora representa la otra vertiente barroca, el culteranismo. Poeta de gran importancia en la literatura española, será imitado y estudiado ya desde su época. Trata también el paso del tiempo, «vita brevis», esta vez simbolizado por una calavera que es lo único que queda de una bella mujer tras los años y la visita de la muerte.

Destaca la anáfora de «aquí» en los versos 5, 7, 9 y 11

A UNA CALAVERA DE MUJER

Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura de estos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos;
aquí los ojos, de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo;

aquí la estimativa, en quien tenía
el principio de todo movimiento;
aquí de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!
En donde tanta presunción vivía
desprecian los gusanos aposento.

LUIS DE GÓNGORA. “De la ambición humana”

La ambición es un tema muy glosado en el Siglo de Oro, en muchas ocasiones de forma satírica.

DE LA AMBICIÓN HUMANA

Mariposa, no sólo no cobarde,
mas temeraria, fatalmente ciega,
lo que la llama al Fénix aun le niega,
quiere obstinada que a sus alas guarde,

pues en su daño arrepentida tarde,
del esplendor solicitada, llega
a lo que luce, y ambiciosa entrega
su mal vestida pluma a lo que arde.

Yace gloriosa en la que dulcemente
huesa le ha prevenido abeja breve,
¡suma felicidad a yerro sumo!

No a mi ambición contrario tan luciente,
menos activo sí, cuanto más leve,
cenizas la hará, si abrasa el humo.

LOPE DE VEGA. «¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?»

La literatura religiosa se cultiva en el Siglo de Oro. Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús son los mejores representantes de la poesía religiosa barroca. También Lope de Vega, hombre profundamente religioso, nos dejó algunas muestras de este estilo.

¿QUÉ TENGO YO QUE MI AMISTAD PROCURAS?

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches del invierno obscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de mis plantas puras!

Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía!»

¡Y cuánta hermosura soberana:
«mañana le abriremos»  respondía
para lo mismo responder mañana!

CALDERÓN DE LA BARCA. «A las flores»

Bello ejemplo del tópico «vita brevis», esta vez en un soneto de Calderón de la Barca. Atención a las antítesis.

A LAS FLORES

Éstas que fueron pompa y alegría
despertando al albor de la mañana,
a la tarde serán lástima vana
durmiendo en brazos de la noche fría.

Este matiz que al cielo desafía,
Iris listado de oro, nieve y grana,
será escarmiento de la vida humana:
¡tanto se emprende en término de un día!

A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecerse florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron.

Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y espiraron;
que pasados los siglos, horas fueron.

«A JESÚS CRUCIFICADO». Anónimo

Acaba esta selección de sonetos con uno de los más bellos del Siglo de Oro español. No se conoce con certeza el nombre de su autor, aunque se le ha atribuido a Santa Teresa de Jesús, a San Francisco Javier y a Fray Miguel de Guevara.

A JESÚS CRUCIFICADO

No me mueve, mi Dios, para quererte
El cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
Clavado en una cruz y escarnecido;
Muéveme ver tu cuerpo tan herido;
Muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara.
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera;
Pues aunque lo que espero no esperara,
Lo mismo que te quiero te quisiera.

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