SONATINA. Rubén Darío

La SONATINA es un poema del escritor modernista Rubén Darío. Para todos aquellos a los que les gustan los cuentos, también los hay en poesía. En este delicioso poema de Rubén Darío tenemos una bella historia con todos los elementos típicos del cuento: princesa, castillo, príncipe y el hada madrina.

RUBÉN DARÍO

Rubén Darío fue un escritor nicaragüense, máximo representante del Modernismo y uno de los mejores escritores hispanoamericanos. Nos dejó algunos de los poemas más famosos en lengua española.

Este juguete para niños es de una belleza sonora única.

El Modernismo

Es una corriente literaria de final del siglo XIX y principios del XX.

Sus características son:

  • Rebeldía creativa
  • Refinamiento narcisista
  • Cosmopolitismo
  • Renovación del lenguaje

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Otro poema modernista

Si os gusta ese ritmo tan especial y único que los modernistas daban a sus poemas, no dejéis de leer «A MARGARITA DEBAYLE», también de Rubén Darío.

SONATINA

Rubén Darío. «Prosas profanas»

La princesa está triste… ¿Qué tendrá la princesa? 
Los suspiros se escapan de su boca de fresa, 
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. 
La princesa está pálida en su silla de oro, 
está mudo el teclado de su clave sonoro, 
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. 

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. 
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, 
y vestido de rojo piruetea el bufón. 
La princesa no ríe, la princesa no siente; 
la princesa persigue por el cielo de Oriente 
la libélula vaga de una vaga ilusión. 

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, 
o en el que ha detenido su carroza argentina 
para ver de sus ojos la dulzura de luz? 
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, 
o en el que es soberano de los claros diamantes, 
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? 

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa 
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, 
tener alas ligeras, bajo el cielo volar; 
ir al sol por la escala luminosa de un rayo, 
saludar a los lirios con los versos de mayo 
o perderse en el viento sobre el trueno del mar. 

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, 
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, 
ni los cisnes unánimes en el lago de azur. 
Y están tristes las flores por la flor de la corte, 
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, 
de Occidente las dalias y las rosas del Sur. 

¡Pobrecita princesa de los ojos azules! 
Está presa en sus oros, está presa en sus tules, 
en la jaula de mármol del palacio real; 
el palacio soberbio que vigilan los guardas, 
que custodian cien negros con sus cien alabardas, 
un lebrel que no duerme y un dragón colosal. 

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! 
(La princesa está triste, la princesa está pálida) 
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! 
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe!, 
la princesa está pálida, la princesa está triste, 
más brillante que el alba, más hermoso que abril. 

«Calla, calla, princesa», dice el hada madrina; 
en caballo, con alas, hacia acá se encamina, 
en el cinto la espada y en la mano el azor, 
el feliz caballero que te adora sin verte, 
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, 
a encenderte los labios con un beso de amor».

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