LA CIGARRA Y LA HORMIGA. Tres versiones

LA CIGARRA Y LA HORMIGA es una fábula de Esopo; después el francés Jean de la Fontaine y el español Félix María de Samaniego harían sus versiones. La moraleja es siempre la misma en cualquiera de las tres versiones: «hay que ser prevenidos y pensar en el futuro», pero cada uno la presenta de forma diferente, con un estilo personal.

LA CIGARRA Y LA HORMIGA. Tres versiones

Todos conocemos esta historia, la de la trabajadora e incansable hormiga frente a la cantarina y poco previsora cigarra; de hecho es español se dice «es una hormiga» cuando nos referimos a alguien que trabaja de formas constante y sin descanso. Claro que, en algunas ocasiones de la vida, una se pregunta: «¿es mejor ser hormiga, siempre trabajando sin pausa, o ser cigarra y pasarlo lo mejor posible?«. Bueno…

Historias que se repiten

Vamos a ver tres versiones de tres autores para compararlas y elegir la mejor. De La Fontaine he encontrado varias traducciones; pongo aquí las dos que me han gustado más.

¿Por qué hay tantas versiones de estos cuentos?

Habría que preguntarse. ¿Por qué hay historias que no pasan de moda, que se eternizan y siempre se mantienen actuales y frescas? ¿Qué tienen que no tienen las demás? Pues creo que la respuesta es sencilla: un tema universal que las convierte en clásicas; en cualquier cultura, época y sociedad expresan una idea intemporal.

Analicemos algunas:

Antes de ver los textos, vamos a aclarar lo qué es una fábula.

¿Qué es una fábula?

  • Es un relato generalmente breve que podemos encontrar escrito en prosa o verso
  • La fábula tienen un fin didáctico, quiere enseñar algo; por ello, suele tener una moraleja
  • Tiene pocos personajes; en muchas ocasiones, los personajes son animales que se comportan como seres humanos
  • El escritor clásico más conocido es Esopo 
  • El fabulista más famoso internacionalmente es el francés Jean de La Fontaine.

LA CIGARRA Y LA HORMIGA

Tres versiones-tres autores

ESOPO

Sobre el autor

No es posible dar datos ciertos sobre Esopo (siglo VI a. C.), ya que fue un hombre de vida desconocida para nosotros. Ni fecha ni lugar de nacimiento exactos. Se supone que vivió alrededor del 600 a. C. y se le llama “el padre de la fábula”. Sus relatos son divertidos y cumplen la norma clásica del “prodesse delectare” (enseñar deleitando), por eso suelen tener una frase al final que condensa toda la enseñanza. Se le considera más un recopilador que un autor. No dejéis de leerlo.

LA CIGARRA Y LA HORMIGA

En el invierno una hormiga sacaba a airear de su hormiguero el grano que había amontonado durante el verano. Una cigarra hambrienta le suplicaba que le diese algo de comida para seguir viviendo.

.»¿Qué hacías tú el verano pasado?», preguntó la hormiga.

-«No estuve haraganeando -dijo la cigarra-, sino ocupada todo el tiempo en cantar».

La hormiga sonrió, guardó el grano y dijo:

-«Pues baila en invierno ya que en verano estuviste ocupada contando».

JEAN DE LA FONTAINE

Sobre el autor

Jean de La Fontaine (Francia, 1621 – 1695). Es un poeta francés conocido especialmente por sus doce libros de fábulas, consideradas modelo del género y, por ello, muy imitadas.

Sus «Fábulas» son un conjunto de narraciones en verso protagonizadas por animales que actúan como seres racionales; su finalidad es ofrecer una enseñanza moral. Están inspiradas en las fábulas clásicas. Se caracterizan por tener un sentido de humor agudo; además poseen un lenguaje fluido y de gran naturalidad. La Fontaine nos dejó una visión irónica y escéptica) de la sociedad de su época.

LA CIGARRA Y LA HORMIGA

Todo el verano cantó 

la Cigarra, pobre artista,

 y estaba muy desprovista

cuando el invierno llegó.

Sin la más leve porción

de mosca ni de lombriz,

a llamar fue la infeliz

de la hormiga a la mansión.

-«Ruego a usted, dijo a la hormiga,

me preste un poco de grano

hasta que llegue el verano,

querida vecina y amiga;

antes de agosto, sin duda,

pagaré intereses y capital;

acuda, señora, en mi ayuda»

La hormiga, dura y mezquina

«¿Qué hizo durante el calor?»,

preguntó a la triste vecina.

«¿Qué hice, señora? ¡Cantar!»,

respondió la interpelada.

«¿Cantó entonces sin temor?,

pues hoy váyase a bailar».

Otra versión de La Fontaine

Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte y al llegar el invierno se encontró sin nada: ni una mosca, ni un gusano. Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación.
– Te pagaré la deuda con sus intereses;-le dijo- antes de la cosecha, te doy mi palabra.
Mas la hormiga no es nada generosa (y este es su menor defecto) y le preguntó a la cigarra:
– ¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?
– Cantaba noche y día libremente, -respondió la despreocupada cigarra.
– ¿Cantabas ? ¡Pues entonces ponte ahora a bailar!

FÉLIX MARÍA DE SAMANIEGO

Sobre el autor

Félix María Samaniego (1745-1801). Escritor español del siglo XVIII, conocido especialmente por sus fábulas. Temido en su época por su sátira mordaz contra políticos y religiosos, por lo que fue perseguido por la Inquisición. Sus fábulas son menos “ingenuas” que las de Esopo y están llenas de críticas “escondidas” a personajes conocidos y a costumbres de la época.

LA CIGARRA Y LA HORMIGA

Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
Los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo, sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
le dijo: «Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
Esta triste Cigarra,
que alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo».
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
«¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?».
«Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento.»
«¡Hola! ¿con que cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo».

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