LITERATURA CLÁSICA ROMÁNTICA. «Los monstruos del Romanticismo»

LITERATURA CLÁSICA ROMÁNTICA. «Los monstruos del Romanticismo». Cuatro personajes que se convirtieron en símbolos de toda una época: Fausto, Frankenstein, don Juan y Dorian Grey.

EL ROMANTICISMO

Relacionar el Romanticismo del siglo XIX con algunos monstruos es fácil; siempre que cae en mis manos un texto del Romanticismo acuden a mi mente sus monstruos. Y me sorprenden. Esa mente agitada, esos momentos históricos que llevaron a los escritores decimonónicos a crear a Fausto, a Frankenstein, a Dorian y a don Juan.

¿Podríamos conocer todo un movimiento artístico y cultural tomando a esos monstruos como base?

Porque nunca antes la literatura había creado a seres tan extremos.

Para conocer mejor la literatura romántica

LITERATURA CLÁSICA ROMÁNTICA

LOS MONSTRUOS DEL ROMANTICISMO

GOETHE Y SU FAUSTO

Empezó Goethe, anticipando un atormentado siglo y su búsqueda de libertad. Insaciable aprendiz de todo y con una curiosidad sin fin.

Goethe y su Fausto, deseoso de conocimiento, de sabiduría. Un decepcionado con la ciencia que busca en el amor la felicidad. ¡Conocimiento total! ¡Como si eso fuera posible! Y ahí el diablo. Presente. Siempre acechando a los insatisfechos, a los que siempre “quieren más”, dispuesto a comprar su alma y convertirlos en sus esclavos.

“Física. Metafísica. Derecho. 
Medicina después, y Teología 
también, ¡ay, Dios! por mi desgracia, todo, 
todo lo escudriñé con ansia viva, 
y hoy, ¡pobre loco de infeliz mollera! 
¿qué es lo que sé? Lo mismo que sabía. 
¡Sólo pude aprender que no sé nada, 
y el alma en la contienda está rendida! 

MERY SHELLY Y SU FRANKENSTEIN

Frankenstein nació de la pluma de una mujer; una jovencísima Mery Shelly  que nos legó uno de los personajes de ficción del que más interpretaciones se han hecho. Literarias, cinematográficas, en cómics, en filosofía.

¿Qué ansia corroía al doctor Victor Frankenstein, para llevarlo a desafiar a Dios? ¿Vida de la muerte? Lo consiguió. Eso sí, con la ayuda de la ciencia (no por la magia de los milagros como le ocurriera a Lázaro o a Jesús). Su bravuconería debía ser castigada y “el hijo” se volvió contra “el padre”. “¿Quién te crees que eres, Victor?”.

Sus miembros estaban bien proporcionados y había seleccionado sus rasgos por hermosos. ¡Hermosos!: ¡santo cielo! Su piel amarillenta apenas si ocultaba el entramado de músculos y arterias; tenía el pelo negro, largo y lustroso, los dientes blanquísimos; pero todo ello no hacía más que resaltar el horrible contraste con sus ojos acuosos, que parecían casi del mismo color que las pálidas órbitas en las que se hundían, el rostro arrugado, y los finos y negruzcos labios.

OSCAR WILDE Y SU DORIAN GREY

Nos queda otro insatisfecho.

¿Por qué Dorian Grey no se contenta con nada? ¿Por qué todo es para él insuficiente? Ni lujuria, ni poder, ni dinero logran aplacar su sed. Sed… ¿de qué? La eterna juventud que ve como todo y todos a su alrededor se desmoronan y Dorian… en pie. Cada vez más bello mientras su imagen se denigra hasta lo imposible en ese cuadro en el desván. Oscar Wilde solo escribió una novela; esta. ¡Qué personaje nos dejó! Tan encantador como una serpiente. Nos muestra la lucha interior de su autor siempre sostuvo entre la luz y la oscuridad. El bien y el mal.

Eres el prototipo de lo que busca esta época nuestra y tiene miedo de haber encontrado. ¡Me alegro muchísimo de que nunca hayas hecho nada, de que nunca hayas tallado una estatua, ni pintado un cuadro, ni producido nada distinto de tu persona! La vida ha sido tu arte. Has hecho música de ti mismo. Tus días son tus sonetos. (Palabras de Harry sobre Dorian)

ZORRILLA Y SU DON JUAN

Y en España Zorrilla no crea, sino más bien “se recrea” con la figura de don Juan (que Tirso de Molina ya nos había regalado allá por el siglo XVII) y lo populariza hasta convertir esta obra en la más representada del teatro español.

Don Juan Tenorio; ese burlador irreverente, insolente  y desafiante; orgulloso de sus fechorías y dispuesto a enfrentarse con Dios con su “¡Cuán largo me lo fiais!”.

Aquí está don Juan Tenorio
y no hay hombre para él.
Desde la princesa altiva
a la que pesca en ruin barca,
no hay hembra a quien no suscriba,
y cualquier empresa abarca
si en oro o valor estriba.
Búsquenle los reñidores;
cérquenle los jugadores;
quien se precie que le ataje,
a ver si hay quien le aventaje
en juego, en lid o en amores.

EN DEFINITIVA

Dios y el demonio están profundamente presentes en estas cuatro obras. Y en la vida de sus autores, por supuesto. Los cuatro personajes desafían a Dios. Los cuatro pecan. La insatisfacción es su cruz. ¡Quiero más! Y son castigados severamente. No hay perdón posible. Pero uno se salva. El amor de una mujer logra salvar a don Juan al filo del abismo. Quizá es este quien anuncia el fin del Romanticismo; sin castigo no hay pasión y sin pasión se acabó este movimiento.

-Fausto, ¿cómo osas querer poseer la total sabiduría?

-Victor, ¿pretendes convertirte en creador de vida?

-Dorián, ¿qué te hace pensar que podrás librarte del destructor paso del tiempo?

-Juan, ¿estás seguro de que alguna deuda puede quedarse sin pagar?

1 comentario en “LITERATURA CLÁSICA ROMÁNTICA. «Los monstruos del Romanticismo»”

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